domingo, 10 de junio de 2012

Sanar el Ego


Muchas veces vemos al Ego como un aspecto de nosotros mismos que debemos desterrar. Algo así como le pariente impresentable de la familia. Sin embargo el Ego es el resultado de millones de años de evolución humana.

La novedad que aportó el ego al proceso evolutivo humano es la asombrosa capacidad de recordar el pasado y anticipar el futuro. Gracias a esta grandiosa capacidad hemos sobrevivido a las más diversas circunstancias. A lo largo de milenios, esta capacidad cognitiva ha devenido en añoranza por lo ya vivido y angustia por lo que vendrá. Ego, tiempo y angustia son nociones que van de la mano.

Un proceso de sanación del Ego comprende contemplar al ego en sus posibilidades y limitaciones y honrarlo como herramienta de evolución y supervivencia. Para sanarlo hay que comprenderlo e integrarlo al Ser para trascenderlo. Este proceso requiere mucha compasión hacia nuestros aspectos infantiles y limitados, también compasión hacia los otros y sus limitaciones.

 Al Ego lo podemos definir como un soldado que surge evolutivamente como guardián de la supervivencia física. Con el tiempo se va sofisticando convirtiéndose también en guardián de la supervivencia emocional, afectiva, intelectual y espiritual.   

Siempre que el ego se enfrenta ante la posibilidad de perder algo, se activa el temor a la muerte y comienza la defensa con todos sus recursos.

La Meditación es un recurso en este camino de integración del Ego.

Meditar es entrar en un espacio en el que comprendemos que nuestra vida depende de factores que no podemos controlar. Por eso el camino de meditación es arrojarnos en entrega absoluta al misterio del eterno presente, el milagro del instante. Sin escapatorias, evasiones, abandono, ni descanso. Meditar es descansar en el misterio del Presente. Justamente Presente que nos saca de la línea de nostalgia de lo pasado y de ansiedad por el futuro. ¿Qué ocurre con el Ego durante la meditación? Simplemente la vive como una muerte. El ha sido entrenado durante milenios para sobrevivir y de pronto le decimos que se relaje.

En algunas tradiciones el Ego es definido como el enemigo y proponen luchar contra él. Pero eso sería injusto. Durante milenios ha sido formado para ser atento soldado que defiende la supervivencia y tratarlo como enemigo es injusto. La vida individual siempre tiende infructuosamente a perpetuarse. Es el instinto básico de supervivencia desarrollado en el Ego con una complejidad magnifica. No podemos condenar este instinto de supervivencia, pero podemos comprenderlo e integrarlo.

Reflexión a partir de un texto de Daniel Taroppio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario