Muchas veces vemos al Ego como un
aspecto de nosotros mismos que debemos desterrar. Algo así como le pariente
impresentable de la familia. Sin embargo el Ego es el resultado de millones de
años de evolución humana.
La novedad que aportó el ego al
proceso evolutivo humano es la asombrosa capacidad de recordar el pasado y
anticipar el futuro. Gracias a esta grandiosa capacidad hemos sobrevivido a las
más diversas circunstancias. A lo largo de milenios, esta capacidad cognitiva
ha devenido en añoranza por lo ya vivido y angustia por lo que vendrá. Ego,
tiempo y angustia son nociones que van de la mano.
Un proceso de sanación del Ego
comprende contemplar al ego en sus posibilidades y limitaciones y honrarlo como
herramienta de evolución y supervivencia. Para sanarlo hay que comprenderlo e
integrarlo al Ser para trascenderlo. Este proceso requiere mucha compasión
hacia nuestros aspectos infantiles y limitados, también compasión hacia los
otros y sus limitaciones.
Al Ego lo podemos definir como un soldado que
surge evolutivamente como guardián de la supervivencia física. Con el tiempo se
va sofisticando convirtiéndose también en guardián de la supervivencia
emocional, afectiva, intelectual y espiritual.
Siempre que el ego se enfrenta
ante la posibilidad de perder algo, se activa el temor a la muerte y comienza
la defensa con todos sus recursos.
La Meditación es un recurso en
este camino de integración del Ego.
Meditar es entrar en un espacio
en el que comprendemos que nuestra vida depende de factores que no podemos
controlar. Por eso el camino de meditación es arrojarnos en entrega absoluta al
misterio del eterno presente, el milagro del instante. Sin escapatorias,
evasiones, abandono, ni descanso. Meditar es descansar en el misterio del
Presente. Justamente Presente que nos saca de la línea de nostalgia de lo
pasado y de ansiedad por el futuro. ¿Qué ocurre con el Ego durante la meditación?
Simplemente la vive como una muerte. El ha sido entrenado durante milenios para
sobrevivir y de pronto le decimos que se relaje.
En algunas tradiciones el Ego es
definido como el enemigo y proponen luchar contra él. Pero eso sería injusto.
Durante milenios ha sido formado para ser atento soldado que defiende la
supervivencia y tratarlo como enemigo es injusto. La vida individual siempre
tiende infructuosamente a perpetuarse. Es el instinto básico de supervivencia
desarrollado en el Ego con una complejidad magnifica. No podemos condenar este
instinto de supervivencia, pero podemos comprenderlo e integrarlo.
Reflexión a partir de un
texto de Daniel Taroppio.